5. Reflexiones sobre género, lengua y teoría queer.
Esta entrada está dedicada a las reflexiones y comentarios generados tras la lectura de Queer-emos un mundo novo, libro de nuestra profesora Teresa Moure, publicado en 2012 por la editorial Galaxia.
En este libro confluyen las ideas de la teoría queer y los debates feministas sobre la lengua. Lo primero que subraya el ensayo, al igual que Teresa en sus clases, es que la lengua tiene capacidad propia de modificar la realidad. ¿Cómo? La lengua no es algo externo, sino que nos configura también a nosotros internamente. Los marcos o frames mentales que etiquetan, clasifican y, en general, nos facilitan la comprensión del mundo están creados lingüísticamente y, por tanto, no son algo neutral ni mucho menos. Esto que ahora entiendo como realidad, no siempre lo he compartido (y ahora me da rabia). Durante muchos años decidí hacer caso omiso a lo que las feministas tenían que decir al respecto de esto para seguir hablando como siempre lo había hecho, con cierto temor a caer en esa burla de lo políticamente correcto, que tiene su aquel al llegar desde casi todos los lados del espectro político habido y por haber. Sin embargo, uniendo lo poco que sabía de mi formación previa sobre los marcos mentales, con lo aprendido tanto en las clases como en el libro (que funciona como un aglutinamiento más exhaustivo de lo que hemos ido viendo en el aula) me reafirmo en la idea de la importancia de la lengua para entender, conocer y crear el mundo que habitamos.
Me encanta como durante el ensayo se van soltando ideas muy potentes y que yo, personalmente, no había pensado. ¿por qué ****** tenemos que hacer referencia al género de la persona cuando hablamos? ¡qué más dará! Y en realidad esto pasa por lo que explicaba antes. Los marcos. En una sociedad patriarcal, es necesario la marca de sexo/género para que se activen los marcos que mentalmente ordenan todo, situando a la mujer por supuesto por debajo. Es como el ejemplo del libro y de clase. "Los romanos": escuchamos o leemos esta frase y, automáticamente, estaremos pensando en historias de emperadores, conquistadores, guerreros, etc. Sin embargo, con el término de "las romanas" nuestra cabeza se va al cuidado, a los labores del hogar... esto podemos llevarlo hasta el extremo, a los cazadores y las recolectoras, ni siquiera yendo lo más atrás posible en la historia del ser humano somos capaces de escapar de los roles de género, en estos casos claramente ilustrados por las marcas de género, dejando al final irrelevante la verdad que podrían esconder estos hechos.
Esto que comento me ha hecho recordar a las ocasiones que en arqueología han descubierto cadáveres juntos, incluso de la mano y se cataloga como "amig@s" o "compañer@s", cuando lo más lógico habría sido denominarlo como amantes. La lengua, los roles de género que en ella se encuentran, no sólo marcan el hoy, también el ayer que nos ha traído hasta aquí. Para adquirir un conocimiento realmente nuevo y romper con el pasado, la lengua también tiene por tanto que cambiar, adaptarse, ser vanguardia.
El cuarto capítulo se centra en diferentes opciones para escribir de una forma más logica, no sexista y que por tanto sea inclusiva. Se plantean diversas opciones como la "e", la "x" o el "@" en el caso de querer incluir a todo el espectro en lo que estamos diciendo, en lugar del clásico masculino universal (que ojalá se quedase solo en un término lingüístico). De estas opciones, tengo que decir que las he usado todas, dependiendo del contexto, las circunstancias y de mí mismo. Creo que las que más me llaman como para forzarme a usar son la "x" y el "@" (soy de las personas que escriben casi más rápido de lo que piensan y a menudo mi cerebro tira por lo rápido que manejó toda su vida: masculino genérico y fuera). Si bien es cierto que esta preferencia no es casual, pues durante algún tiempo de mi vida tuve discusiones con muchas personas que usaban la "e" y de ahí creo que mi odio a esa opción.
Sí quiero decir que, en general, todo lo que sea cambiar las cosas tal y como están me gusta, pero sí sería tremendo conseguir una estandarización de estos caracteres como opciones más que válidas para formar palabras, sin importar por supuesto los que tengan que decir los pollavieja de la Real Academia Española de la lengua. Esto es muy difícil claro, y al menos por mi experiencia personal los caracteres usados suelen indicar la ideología que lleva la persona detrás: por ejemplo, una feminista radical tránsfoba no creo que se le de por decir "todes", ya que de una forma u otra esto parece llevar implícito una idea más ¿queer? ¿posmoderna? ¿no binaria? que seguramente rechazarían... y así con todas las opciones y las diferentes corrientes feministas.
Finalmente, me gustaría un poco reflejar lo que pienso sobre la teoría queer, intentando que no sea el caos que se genera en mi cabeza cuando le doy vueltas a estos temas.
Antes de nada, me da mucha rabia que sea la corriente que de alguna forma se asocia en el subconsciente colectivo como "liberal". ¿Liberal de qué? Las personas que he podido ir conociendo a lo largo de mi vida que defendían estas posturas, o directamente se identificaban como nb, por ejemplo, eran lo más anti-liberal que te podías echar a la cara. Estas críticas llegan desde muchísimos círculos como los radfem o los comunistas y me parece todo una falacia tremenda.
Siguiendo, también me molesta que es la corriente menos explorada dentro del máster, o al menos esa es la impresión que me llevo, cuando precisamente es la que más da para "jugar" con nosotr@s mism@s, con el entorno, con las compañeras... Estudiar la vida y obra de Simone de Beauvoir lo puede hacer cualquier con una biblioteca a mano o una conexión a internet. Sin embargo, realizar una performance sobre identidad y expresión de género, con todo lo que eso conlleva a nivel individual y colectivo, es algo muchísimo más impactante y parece que no es suficientemente académico para, desgraciadamente, muchas profesoras de nuestro máster.
Para acabar, quiero decir que las teorías queer no son algo que me parezcan la panacea. Como argumentaba antes, estas son injustificadamente atacadas, pero eso no hace que esté al 100% de acuerdo con lo que puedan decir (ni con estas teorías queer ni con ninguna, todo sea dicho). Esto me ocurre en primer lugar porque las veces que he intentado leer queer me ha costado horrores (y esto lo digo pensando sobre todo en Butler). Además, me causa algo de recelo el individualismo total que puede surgir de interpretar una teoría que al fin y al cabo, como casi todas las teorías feministas, quiere cargarse el sistema actual sexo/género, por mucho que esta lo hago de una forma sin duda mucho más innovativa y dinámica.
En este libro confluyen las ideas de la teoría queer y los debates feministas sobre la lengua. Lo primero que subraya el ensayo, al igual que Teresa en sus clases, es que la lengua tiene capacidad propia de modificar la realidad. ¿Cómo? La lengua no es algo externo, sino que nos configura también a nosotros internamente. Los marcos o frames mentales que etiquetan, clasifican y, en general, nos facilitan la comprensión del mundo están creados lingüísticamente y, por tanto, no son algo neutral ni mucho menos. Esto que ahora entiendo como realidad, no siempre lo he compartido (y ahora me da rabia). Durante muchos años decidí hacer caso omiso a lo que las feministas tenían que decir al respecto de esto para seguir hablando como siempre lo había hecho, con cierto temor a caer en esa burla de lo políticamente correcto, que tiene su aquel al llegar desde casi todos los lados del espectro político habido y por haber. Sin embargo, uniendo lo poco que sabía de mi formación previa sobre los marcos mentales, con lo aprendido tanto en las clases como en el libro (que funciona como un aglutinamiento más exhaustivo de lo que hemos ido viendo en el aula) me reafirmo en la idea de la importancia de la lengua para entender, conocer y crear el mundo que habitamos.
Me encanta como durante el ensayo se van soltando ideas muy potentes y que yo, personalmente, no había pensado. ¿por qué ****** tenemos que hacer referencia al género de la persona cuando hablamos? ¡qué más dará! Y en realidad esto pasa por lo que explicaba antes. Los marcos. En una sociedad patriarcal, es necesario la marca de sexo/género para que se activen los marcos que mentalmente ordenan todo, situando a la mujer por supuesto por debajo. Es como el ejemplo del libro y de clase. "Los romanos": escuchamos o leemos esta frase y, automáticamente, estaremos pensando en historias de emperadores, conquistadores, guerreros, etc. Sin embargo, con el término de "las romanas" nuestra cabeza se va al cuidado, a los labores del hogar... esto podemos llevarlo hasta el extremo, a los cazadores y las recolectoras, ni siquiera yendo lo más atrás posible en la historia del ser humano somos capaces de escapar de los roles de género, en estos casos claramente ilustrados por las marcas de género, dejando al final irrelevante la verdad que podrían esconder estos hechos.
Esto que comento me ha hecho recordar a las ocasiones que en arqueología han descubierto cadáveres juntos, incluso de la mano y se cataloga como "amig@s" o "compañer@s", cuando lo más lógico habría sido denominarlo como amantes. La lengua, los roles de género que en ella se encuentran, no sólo marcan el hoy, también el ayer que nos ha traído hasta aquí. Para adquirir un conocimiento realmente nuevo y romper con el pasado, la lengua también tiene por tanto que cambiar, adaptarse, ser vanguardia.
El cuarto capítulo se centra en diferentes opciones para escribir de una forma más logica, no sexista y que por tanto sea inclusiva. Se plantean diversas opciones como la "e", la "x" o el "@" en el caso de querer incluir a todo el espectro en lo que estamos diciendo, en lugar del clásico masculino universal (que ojalá se quedase solo en un término lingüístico). De estas opciones, tengo que decir que las he usado todas, dependiendo del contexto, las circunstancias y de mí mismo. Creo que las que más me llaman como para forzarme a usar son la "x" y el "@" (soy de las personas que escriben casi más rápido de lo que piensan y a menudo mi cerebro tira por lo rápido que manejó toda su vida: masculino genérico y fuera). Si bien es cierto que esta preferencia no es casual, pues durante algún tiempo de mi vida tuve discusiones con muchas personas que usaban la "e" y de ahí creo que mi odio a esa opción.
Sí quiero decir que, en general, todo lo que sea cambiar las cosas tal y como están me gusta, pero sí sería tremendo conseguir una estandarización de estos caracteres como opciones más que válidas para formar palabras, sin importar por supuesto los que tengan que decir los pollavieja de la Real Academia Española de la lengua. Esto es muy difícil claro, y al menos por mi experiencia personal los caracteres usados suelen indicar la ideología que lleva la persona detrás: por ejemplo, una feminista radical tránsfoba no creo que se le de por decir "todes", ya que de una forma u otra esto parece llevar implícito una idea más ¿queer? ¿posmoderna? ¿no binaria? que seguramente rechazarían... y así con todas las opciones y las diferentes corrientes feministas.
Finalmente, me gustaría un poco reflejar lo que pienso sobre la teoría queer, intentando que no sea el caos que se genera en mi cabeza cuando le doy vueltas a estos temas.
Antes de nada, me da mucha rabia que sea la corriente que de alguna forma se asocia en el subconsciente colectivo como "liberal". ¿Liberal de qué? Las personas que he podido ir conociendo a lo largo de mi vida que defendían estas posturas, o directamente se identificaban como nb, por ejemplo, eran lo más anti-liberal que te podías echar a la cara. Estas críticas llegan desde muchísimos círculos como los radfem o los comunistas y me parece todo una falacia tremenda.
Siguiendo, también me molesta que es la corriente menos explorada dentro del máster, o al menos esa es la impresión que me llevo, cuando precisamente es la que más da para "jugar" con nosotr@s mism@s, con el entorno, con las compañeras... Estudiar la vida y obra de Simone de Beauvoir lo puede hacer cualquier con una biblioteca a mano o una conexión a internet. Sin embargo, realizar una performance sobre identidad y expresión de género, con todo lo que eso conlleva a nivel individual y colectivo, es algo muchísimo más impactante y parece que no es suficientemente académico para, desgraciadamente, muchas profesoras de nuestro máster.
Para acabar, quiero decir que las teorías queer no son algo que me parezcan la panacea. Como argumentaba antes, estas son injustificadamente atacadas, pero eso no hace que esté al 100% de acuerdo con lo que puedan decir (ni con estas teorías queer ni con ninguna, todo sea dicho). Esto me ocurre en primer lugar porque las veces que he intentado leer queer me ha costado horrores (y esto lo digo pensando sobre todo en Butler). Además, me causa algo de recelo el individualismo total que puede surgir de interpretar una teoría que al fin y al cabo, como casi todas las teorías feministas, quiere cargarse el sistema actual sexo/género, por mucho que esta lo hago de una forma sin duda mucho más innovativa y dinámica.